Parece un acto de brujería o un fenómeno inexplicable, pero no, es nuestra madre naturaleza que nos regala un espectáculo fantástico al contemplar esas enormes piedras cuyo origen es un misterio. En efecto, hoy en día no existe certeza científica acerca de la procedencia de estas extrañas rocas totalmente ajenas a la geología del Valle de Uxpanapa y los Chimalapas.
Esas rocas errantes tan sorprendentes como majestuosas han inspirado relatos y leyendas en la fecunda imaginación de las culturas originarias, y en tal virtud, les invito a admirar estas bellezas que se encuentran en el Istmo de Tehuantepec mediante la siguiente colaboración que nuestro buen amigo Rubén Pérez Jiménez ha hecho llegar a este blog. Es una exposición exquisita que nos ilumina acerca del tema en comento, disfrutemos…
Desde tiempos antiguos estas piedras fascinaron a los hombres primitivos, y aún en la modernidad siguen causando asombro. Ello ha dado motivo a las hipótesis más fantásticas. Por ejemplo, cabe preguntarnos: ¿cómo llegaron al lugar donde se encuentran?, ¿fueron seres humanos que con su fuerza las llevaron hasta allí?, ¿Qué tecnología usaron?, ¿con qué motivo?… ¿para qué?
Éstas y otras preguntas antiguas y modernas cimbraron la conciencia y las inquietudes humanas y, entonces, este enigma ha dado paso a una profusa literatura científica y de ciencia ficción. Sin embargo, hoy en día se sabe, de acuerdo a la teoría más difundida y aceptada, que los bloques erráticos fueron transportados por el hielo de los glaciares, en ocasiones a distancias de cientos de kilómetros, quedando depositados donde actualmente se encuentran cuando se deshizo el hielo.
¿Qué es un bloque errático?
Desde el punto de vista científico, un bloque errático es un fragmento de roca relativamente grande que difiere por su tamaño y tipo, de las demás rocas nativas de la zona en que se encuentra. Los bloques erráticos pueden variar en tamaño, desde guijarros hasta rocas enormes como la Big Rock que pesa 16.500 toneladas, en Alberta, Canadá.
Se han encontrado bloques erráticos por todas partes donde hubo glaciares: en Alemania, en Londres, en Lyon, en Estados Unidos, Canadá y en varios países de Europa. De acuerdo a los geólogos, los bloques erráticos se forman por la erosión glacial resultado de los movimientos del hielo. Entonces, los glaciares se erosionan mediante procesos de mecánica y presión, que rompen pedazos de roca del lecho glaciar, produciendo así grandes bloques erráticos.
Otras teorías señalan que los bloques erráticos se consideran pruebas de los afluentes generados en una inundación masiva sucedida aproximadamente hace 10 mil años, similar a las inundaciones legendarias descritas en los textos de las antiguas civilizaciones de todo el mundo. Hay antiguas leyendas de un diluvio inmenso que se describe en muchas culturas: la Mesoamericana (4° Sol Azteca, de la lluvia), Sumeria (Poema de Gilgamesh), Hebrea (Arca de Noé) y culturas del Valle del Indo.
Bloques Erráticos en el Istmo de Tehuantepec.
En México, estos grandes bloques se encuentran diseminados en todo el territorio nacional. En el estado de Oaxaca, particularmente en las comunidades de la región del Istmo de Tehuantepec, es posible ver los bloques erráticos, piedronas o arkosas en los cerros, en los campos de cultivo, en las fuentes de los manantiales y en los alrededores de los poblados.
En un informe presentado al gobierno mexicano (Fernández, 1879, pp. 81-82), con motivo del reconocimiento practicado en el Istmo de Tehuantepec, por la Comisión Conjunta México-norteamericana, presidida por el ingeniero topógrafo Manuel Fernández Leal, por el Capitán R. W. Shufeldt y el ingeniero Fuertes, en Santa María Chimalapa, Oaxaca; para hacer un reconocimiento en esta región y averiguar si era posible abrir un canal interoceánico, el ingeniero Fernández Leal entre sus observaciones, habla de las arkosas.
En la segunda parte del informe en mención dice lo siguiente: “Las arkosas no las observamos sino en las inmediaciones de Santa María Chimalapa; asoman en casi todos los arroyitos de la población y constituyen los grandes trozos errantes (blocs erratiques) que se hallan colocados en las laderas y aún en la cima de algunas montañas.”
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“Estas grandes piedras, situadas más o menos lejos de la masa principal de donde han sido separadas, son una prueba irrecusable de una acción enorme que no es posible atribuir a los cursos de agua de la época actual. Su transporte no puede explicarse sin admitir la existencia de un cataclismo violento que haya producido grandes accidentes de erosión, y que bajo la influencia de corrientes poderosas haya dispersado estos detritus a distancias y a elevaciones más o menos considerables”.
El profesor (Muñóz, 1977), durante sus estancias en la comunidad de Santa María Chimalapa (1961 y 1965), escribió a cerca de los Zoques de aquella privilegiada región selvática de Oaxaca; en su diario consigna la siguiente información:
“En las lomas de Rancho Viejo hay arkosas. Esas grandes piedras con la superficie de arenisca compacta y el núcleo macizo que llamaron arkosas los exploradores del siglo pasado. Estas arkosas están regadas por una gran extensión que forma un arco de este a oeste pasando por el pueblo con sus extremos hacia el sur. Hay arkosas entre las casas del pueblo.”
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“En Rancho Viejo encuentro hoy la mayor arkosa que he visto, solo que está partida en dos, como si hubiera caído de muy alto, lo que me hace recordar la teoría del ingeniero Fernández Leal de que estas grandes piedras son prueba de cataclismos violentos”.
Un dato que llama la atención del profesor Muñóz es que estas piedronas no son cantos rodados porque algunas están en las cimas de las colinas, aunque luego reflexiona que “pudiera ser que los antiguos Zoques Chimalapas las hayan traído para una construcción ciclópea que pensaban hacer, cuyo proyecto abandonaron a medio camino dejando las arkosas tiradas aquí y allá”. Las arkosas, de acuerdo a lo que los Zoques le platicaron al profesor, las traían los demonios y tienen su dueño, que vive adentro de ellas y grita como gallo o como pato a las doce del día.
Existe la creencia de acuerdo a la tradición oral que los habitantes de la etnia Zoque en referencia, le tenían mucho temor y le rendían culto a estas piedronas. Esto debido a que desde los albores del tiempo estos grandes bloques de piedra fueron utilizados por los hombres primitivos para plasmar su cosmovisión o su visión de mundo, manifestada en las pinturas rupestres y en los petroglifos, como ellos lo hacían.
Durante la época colonial estas piedronas sirvieron de escenario para las apariciones de los santos y las vírgenes de los templos católicos como lo atestiguan los propios pobladores de Santa María Chimalapa. Con estos datos, podemos concluir que, desde tiempos inmemoriales, los bloques erráticos, al igual que las rocas nativas, desempeñan un importante papel en la cosmovisión de nuestras culturas originarias.
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