Credibilidad y autoridad ética generan «Opinión Pública». La expresión y su aplicación se remonta a la Revolución Francesa. En aquellos años los ilustrados se asignaban a sí mismos la tarea de iluminar o difundir las luces, es decir, de fomentar y formar las opiniones de un público más amplio.
Cuando se acuñó la expresión, los eruditos de la época sabían que la objeción de siempre contra la Democracia es que el pueblo no sabe. Desde Platón con su idealismo y Aristóteles con su elitismo se creía que para gobernar se necesitaba un verdadero saber; pero la idea de la Democracia siguió avanzando hasta el punto de considerarse suficiente que el público tenga opiniones.
En Oaxaca el control de la «Opinión Pública» se distingue por su perversión. Bajo un repugnante Pacto de impunidad fomentado por el poder político y avalado por el aparato de justicia, la mayoría de los medios masivos manipulan y distorsionan la información; distraen la atención y ocultan la realidad, aunque a diario esa espantosa realidad surge y se manifiesta en forma de pobreza y corrupción.
Algo similar sucede en el escenario nacional: actores extranjeros y oligarcas locales cómplices, juegan a la intervención de nuestra soberanía. Ejerciendo una dictadura mediática decretan —a su interés político y económico— lo que se exhibe e inhibe, lo que puede ser conocido y lo que debe permanecer oculto. Siempre a su conveniencia y en contra de la nación pretenden someternos a un «modelo» en el que todos los intereses cuentan, menos el interés del pueblo.
Ante esa opresión es que surge esta misión: Generar «Opinión Pública» y así combatir la manipulación y construir Democracia: Informar, concientizar, participar.
A t e n t a m e n t e
Armando Guerrero Chichino
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